A tres metros sobre el cielo.

Hoy lo miro a los ojos e intento perderme en ellos. Me refugio en los suyos porque los tuyos están lejos.  Tiene una sonrisa bonita pero no tanto como la tuya. Dice que besarme es magia, que está a tres metros sobre el cielo, como el de la novela. A veces yo también me siento a tres metros sobre el cielo, cuando lo beso porque imagino que eres tú y la magia crece, pero abro los ojos y la burbuja se rompe. No, no creas que lo engaño. Él lo sabe. Sabe que todas las noches mi almohada se empapa de lagrimas que hablan de ti, sabe que no es a él al que quiero abrazar los domingos por la tarde, sabe que las canciones me recuerdan a ti y no a él. Yo le he dicho que lo deje, pero dice que es feliz así. Dice que no le importa que piense constantemente en ti o que mis mejillas se sonrojen al escuchar tu nombre. Cree que algún día te olvidaré y podré sentir todas esas cosas por él. ¿No te parece romántico hacer eso por alguien?, yo no lo haría. Ni siquiera por ti, no podría estar con alguien que no me quiere. No sé. Él es diferente, es especial. A veces me dice que te estás perdiendo muchas cosas, que podrías ser inmensamente feliz conmigo, yo solo sonrío porque no sé qué decir. Todo esto es raro. No sé. Yo pienso que tú no estás perdiendo nada, estoy perdiendo yo. Estoy perdiendo los años más felices de mi vida por ti. Ahora mismo podría vivir inmensamente feliz, sin ningún miedo y con él. Y en vez de eso, estoy aquí, escribiendo esto en un estúpido papel sabiendo que nunca lo vas a leer y tú seguramente estarás ahí fuera siendo inmensamente feliz con esa chica que te hace estar a tres metros sobre el cielo y ni siquiera te imaginarás que yo todos los días a las cinco y media de la tarde tengo ganas de ti.